- Creo recordar cierta conexiòn entre nosotros.
- ¡No, por favor! Nunca estuvimos unidos: tù sòlo me deseabas porque soy inalcanzable.
- ¿Crees que sòlo era eso?
- Por favor, no hablemos màs de esto.
- ¡No, no, no! ¡Espera un momento! He estado escuchàndo todas tus penas y creo que deberìas pasarme el micròfono.
- De acuerdo: el escenario es tuyo. Tortùrame.
- ¡Eres insufrible!
- Gracias, eso me anima...
- No estoy tratando de animarte.
- ¿Y què es lo que intentas decir?
- ¡No lo sè! Lo sabrè cuando acabe de hablar. Hay algo que me ha cabreado... ¡Inalcanzable! Eso es.
- Sì... soy inalcanzable. Nadie puede conseguirme ¿Puedo irme a dormir ya?
- Escùchame bien, he vivido mucho màs tiempo que tù. Y... màs tiempo que yo mismo. He visto cosas que tù ni imaginas, y he hecho cosas que no debes hacer... No tengo reputaciòn como pensador, sigo mi instinto... que no va precisamente en la misma direcciòn que mi cerebro. He cometido muchos errores, y he metido muchas veces la pata, durante màs de cien años. Y sòlo hay una cosa de la que he estado seguro... de ti. Mìrame, no te estoy pidiendo nada...
Cuando te digo que te quiero no es porque te desee, ni porque no pueda poseerte. No tiene nada que ver conmigo. Te quiero tal como eres, lo que haces, còmo te esfuerzas. He visto tu bondad y tu fortaleza. He visto lo mejor y lo peor de ti. Y entiendo, con absoluta claridad, quièn eres exactamente. Eres una mujer increìble. Eres ùnica.
- Yo no quiero ser ùnica...
- Yo no quiero ser tan guapo y atlético... ¡Cada uno tiene su cruz!
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