jueves, 25 de junio de 2009

capìtulo once -

la secta -

- me sorprendìa cada vez que abrìa los ojos a la luz de la mañana y comprendìa que habìa sobrevivido a la noche.
- deseè ser temible y letal màs que cualquier otra cosa en el mundo, alguien a quien nadie se atreviera a importunar. quise ser vampiro.
- era sòlo el final de un pequeño remanso de paz, un remanso que ahora dejaba atràs.
- habìa pensado que jacob habìa sanado el ahujero que habìa en mì, o al menos lo habà sellado, de forma que no me doliera tanto. me equivocaba. se habìa limitado a excavar su propio agujero, por lo que ahora estaba carcomida, como un queso gruyer. me preguntaba por què no me derrumbaba a cachitos.

capìtulo diez -

el prado -

hasta dònde sabìa se habìa pasado al lado oscuro.

capìtulo nueve -

tres son multitud -

- yo era como una luna perdida -una luna cuyo planeta habìa resultado destruido, igual que en algùn guiòn de una pelìcula de cataclismos y catàstrofes- que, sin embargo, había ignorado las leyes de la gravedad para seguir orbitando alrededor del espacio vacìo que habìa quedado tras el desastre.
- el amor concede a los demàs el poder para destruirte.

capìtulo ocho -

adrenalina -

al fin habìa encontrado la suma idònea para provocar las alucinaciones: adrenalina màs peligro màs estupidez. o algo parecido.

capìtulo siete -

repeticiòn -

- de aquì a la responsabilidad.
- y a la imprudencia todos los dìas que queden.

capìtulo seis -

amigos -

- la mayor parte de las palabras que usaron eran incomprensibles para mì, y supuse que habìa que ener el cromosoma Y para entender realmente todo aquel entusiasmo.
- ERA ESA PERSONA QUE SIEMRE SE MUESTRA FELIZ, Y QUE ACARREA ESA FELICIDAD COMO UN AURA, LLEVÀNDOLA A TODA LA GENTE QUE LE RODEA. IGUAL QUE UN SOL CEÑIDO A LA TIERRA, SEA QUIEN SEA EL QUE ENTRE EN SU ÒRBITA GRAVITACIONAL, ES IRREMEDIABLEMENTE ATRAÌDO POR SU CALIDEZ.