jueves, 25 de junio de 2009

capìtulo cuatro -

el despertar -

- el tiempo pasa incluso aunque parezca imposible, incluso a pesar de que cada movimiento de la manecilla del reloj duela como el latido de la sangre al palpitar detràs de un cardenal. el tiempo transcurre de forma desigual, con saltos extraños treguas insoportables, pero pasar, pasa. incluso para mì.
- la mentira era un lujo que no podìa permitirme.
- analicè ràpidamente todas las posibilidades en mi mente. primera opciòn: me habìa vuelto loca. opciòn dos: mi subconsciente me proporcionaba aquello que querìa oìr.
- ¿còmo podìan ellos saber que yo estaba allì disfrutando de un inesperado momento de locura?
- bastaba con que creyera que èl existìa para que yo pudiera vivir.
- ¿còmo podrìa estar segura de que él habìa sido real?
- no me parecìa que el dlor se hubiera debilitado con el tiempo, sino que, por el contrario, màs bien era yo quien me habìa fortalecido lo suficiente como para soportarlo.

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